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Conocer a DIOS (breve bosquejo)

 En este tratado vamos a iniciar primero dando una breve introducción primero al concepto que se maneja en Teología Sistemática (usted puede ver las clases completas en nuestro canal de YouTube) posteriormente entramos al tema de este artículo.

Teología

       Esta palabra trae a la mente estudios académicos y aburridos de doctrinas y religiones; no es un tema que normalmente nos llama la atención. No obstante, la teología es importantísima para una persona que desea conocer a Dios; por la sencilla razón que la teología es el estudio de Dios y de su relación al universo. Es más, yo he llegado a creer que algunos conocimientos teológicos forman la base de una relación íntima con Dios. Para llegar a conocer a Dios, tenemos que saber algo de Dios.

       Hoy día, nos hace falta la teología precisamente porque en nuestra cultura cristiana se hace un gran énfasis en lo que hacemos por Dios — en nuestras acciones y estilo de vida —, y poco énfasis en lo que sabemos de Dios. Nuestra enseñanza tiene la tendencia de enfocarse en la aplicación práctica, en tomar decisiones sabias y en dar buenos consejos. La aplicación práctica es esencial, (1) pero si no tiene una base teológica, perdemos la perspectiva que une todo lo que creemos y que da sentido a nuestras acciones. Rápidamente, la vida cristiana se convierte en una lista de tareas y obras que hacer, en vez de una relación personal con Dios.

       La teología es sumamente importante porque, en su ausencia, nadie puede mantener el estilo de vida cristiano, o caemos en legalismo y orgullo, o justificamos más y más pecado en nuestra vida. Los dos errores surgen porque la manera en que vivimos procede de lo que sabemos y de lo que realmente creemos de Dios, o sea de nuestra teología.

       Entonces, lo que creemos de Dios es la base de nuestra relación con Dios. El propósito de este estudio es dar una explicación de las doctrinas fundamentales de la fe en Jesús; y así poner una base sólida debajo de nuestra fe. Lo que encontrará a continuación son las enseñanzas principales de la Biblia que deben formar la perspectiva, o visión del mundo, del cristiano.

Teología práctica

       La intención con este estudio, a pesar de su enfoque en la teología, doctrinas y filosofías principales de la Biblia, es enseñar las grandes ideas teológicas en una forma muy práctica. Si no tenemos cuidado, nuestro estudio de teología puede llegar a ser demasiado académico: preocupado solo con ideas y creencias, sin hacer ninguna conexión con nuestra vida diaria. (2) Los conocimientos solo valen algo si nos llevan a vivir diferentemente. Por esta razón, al ver las doctrinas que forman la base de nuestra fe, también veremos cómo estas mismas doctrinas deberían afectar nuestra vida; en otras palabras, este estudio es una teología práctica.

Teología accesible

       Otro riesgo que corremos al hablar de la teología es de perdernos en largas discusiones intentando hallar la respuesta a preguntas teológicas detalladas y debatiendo las diferentes interpretaciones de textos bíblicos oscuros. Si la meta es aprender las ideas grandes de nuestra fe e incorporarlas en nuestra vida, tenemos que ser muy breves, concisos y precisos. Entonces, aquí intentaremos hablar de las verdades más profundas de una forma accesible a todos. No veremos todo lo que la Biblia dice de cada tema, ni discutiremos todos los diferentes puntos de vista, ni nos perderemos en discusiones detalladas de todos los pormenores de cada doctrina. Más bien, hablaremos de las grandes verdades de la fe cristiana de una forma bíblica, concisa y práctica.

Dos temas importantes

      Hay dos temas grandes que corren por todo este estudio. Son los temas grandes de toda la Biblia, y en cada doctrina que veremos, hallaremos estos temas. Los temas son Jesús (3) y el Evangelio (o el plan de redención de Dios) (4) En vez de sólo hablar de ideas y doctrinas individuales y desconectadas, veremos cómo cada doctrina grande de la Biblia está conectada con estos dos temas grandes de la Biblia.

DIOS nos ama tal y como somos

       Una de las cosas más difíciles de aceptar cuando conocemos al Señor Jesucristo por primera vez es que Dios nos ama tal y como somos. Nosotros los humanos tenemos la tendencia de luchar para "merecer" lo que tenemos. Posesiones materiales, familias amorosas, carreras brillantes . . . son cosas que luchamos por ganarnos. El amor de Dios, sin embargo, jamás podemos ganarlo por medio del esfuerzo humano. No hay absolutamente nada que podamos hacer para lograr que Dios nos ame ni para hacer que nos ame más (Romanos 5:8). Esto podemos entenderlo intelectualmente, pero tenemos problemas para creerlo en lo profundo de nuestro ser. A veces ni siquiera nos damos cuenta de nuestra lucha por creer completamente en el amor de Dios, gratuito e inalterable.

       Pese a lo que su pasado le imponga o a cómo se sienta en este momento, el amor de Dios siempre le ha sido impartido gratuitamente. Dios derrama su amor en nosotros sin excepciones ni condiciones. Amigo creyente en Cristo, Dios no comenzó a amarle en el momento en que usted lo invitó a entrar en su corazón. Dios no comenzó a amarle cuando comenzó asistir a la iglesia. No comenzó a amarle al subir de las aguas del bautismo. Por cierto, Dios jamás "comenzó" a amarle; sencillamente, siempre le ha amado. Desde antes de la creación del mundo Dios le conocía y le amaba (1 Juan 4:19; Salmo 139:13; Jeremías 31:3).

       Una verdad fundamental para explorar este aspecto del carácter de Dios es que su amor jamás varía ni un grado a la derecha ni a la izquierda: siempre es exactamente lo mismo; jamás cambia por toda la eternidad (1 Juan 4:16.17).

       Esta puede ser una noticia sorprendente para usted. ¿Alguna vez se ha sentido tan lleno de remordimiento por algo que haya cometido que honestamente creyó que eso hizo que Dios le amara menos?

       Casi todos hemos tenido ese temor en algún momento. No obstante, no importa cómo nos hayamos sentido; en las Escrituras tenemos la seguridad de que el amor de Dios no cambia. Él nos ama pese a lo que hagamos. En efecto, Él estuvo consciente de nuestra pecaminosidad desde el principio. Al investigar el amor de Dios, examinemos honestamente la manera en que Él nos ve.

       Primero, considere Génesis 1:26 en donde Dios crea al hombre a su imagen.

       ¿Qué es esa "imagen"? Es la semejanza, aspecto y esplendor que saturó a Adán y a Eva. Sin embargo, cuando el pecado entró en el mundo esta imagen divina se alteró. Por consiguiente, aunque todo ser humano todavía participa de algunas de las dimensiones de la imagen de Dios (Santiago 3:9), ha nacido en un mundo de pecado y rebeldía (Efesios 2:1-3).

       Segundo, debido a la pecaminosidad del mundo, la Escritura llama a todos los nacidos en pecado, "impíos" (Romanos 5:6). Nuestra "impiedad" es evidente por el hecho de que la imagen de Dios ha sido desfigurada en cada uno de nosotros, por lo que ya no irradiamos a Dios. En todo esto somos impotentes para salvarnos por nuestra propia cuenta o para restablecer una relación adecuada con Dios.

       Tercero, Dios nos ve a cada uno de nosotros como pecadores (Romanos 3:1O-12, 23). Esta es una palabra que se usa bastante en distintas maneras, lo que dificulta poder discernir el verdadero significado del término. La palabra original para "pecado" quiere decir "errar en el blanco". Esto significa que el pecador ha traspasado el límite de lo permitido por Dios. Puesto que "yerra en el blanco", todo pecador es impotente para redimirse a sí mismo.

       Cuarto, Romanos 5:1O describe claramente a todos los humanos como "enemigos" de Dios. Quizá usted objete: "Bueno, aunque hubo un tiempo en el que yo no conocía a Cristo como Señor, por supuesto que no creo que yo haya sido enemigo de Dios". Este es un concepto erróneo. Si por sus actos usted declara que no necesita la redención que Cristo ofrece, entonces se ha puesto en contra de Dios, aunque se considere ser una "buena" persona. Dios no juzga a los hombres como nosotros nos juzgamos unos a otros. Una persona sólo puede evaluar los actos externos, pero Dios juzga lo más recóndito de nuestro ser (Hebreos 4:12).

       Quinto, Romanos 3:1O-18 nos pinta un cuadro desolador de la verdadera naturaleza del hombre. Comienza diciendo: "No hay justo, ni aun uno". Esta es una acusación en contra del concepto de que nuestras buenas obras nos convierten en buenas personas. En pocas palabras, no hay nada que podamos hacer para ganar el favor ni la aprobación de Dios.

       Esa es la parte mala de la noticia. No obstante, hay gozo al comprender nuestra condición verdadera y tenebrosa. Sólo al aceptar la profundidad de nuestra depravación podremos apreciar en su totalidad hasta qué extremo llega la gracia y el amor con los cuales Dios nos ha salvado. 

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